La vida de las otras


Ser la otra es el mejor ejemplo que he encontrado para un pajazo mental porque, en resumen, eso es: una gran mentira que algunas se dicen tantas veces que terminan creyéndosela.

Engañar es un juego de estrategia. Hay que ser muy hábil para estar en esa situación y ser lo suficientemente inteligente para manejar las intrigas, los tiempos y, sobre todo, los sentimientos.  Algunas excelentes jugadoras se la pasan de (mal)partido en (mal)partido; algunas son fieles a uno solo y algunas simplemente lo ven como una oportunidad.

Es verdad, no hay una sola clase de "otra".  Diferentes especímenes han venido  emergiendo conforme pasa el tiempo. Voy a describir brevemente algunas de ellas:

·        La otra incauta:

Definitivamente para que haya una “otra” tiene que haber un tipo que la haga merecedora de ese título.  Sin embargo, algunos logran ser tan hábiles que engañan a la titular y a la de turno con una destreza que sorprende.  Durante días, meses y hasta años logran malabarear sus tiempos, sus olores, sus colores, sus palabras para que ninguna de las dos se dé por enterada.

Como es de esperarse, el hombrezuelo tiene su mujer que lo ama y lo idolatra, pero no le es suficiente.  Él se siente masculino porque las tiene a las dos engañadas, se siente vivo, se siente macho.

Generalmente las dos son excelentes mujeres que, eventualmente, terminan enterándose de las andanzas de su amado. Desesperadas, tristes y y engañadas, vagarán por el mundo desconfiando de cada hombre que se les acerque, se encerrarán en sí mismas o se volverán unas locas de miedo, de esas que no quieren compromisos, solo pasarla bien.


·        La otra convencida:

Esta sabe que el estado civil del tipo no es soltero o que, por lo menos, tiene novia y, aun así, está con él porque “La va a dejar”. Siempre el man está mal con la esposa quien, según él, es una loca intensa que solo le saca plata y con la que hace mucho tiempo están muy mal. Él no es feliz, pero está ahí por compromiso, porque ella es tan loca que sería capaz de atentar contra su vida si él la dejara. Así que la moza se convence. Pese a que nunca pasa nada, ella sigue ahí; el polvo es bueno, él la hace reír y, muy en el fondo ella cree que no puede conseguirse a un tipo mejor.

Entonces pasa la vida de motel en motel, de ratico en ratico, de ruego en ruego, de llorada en llorada.  No necesariamente la vieja está por debajo de él, económicamente hablando. Pero su necesidad de amor la hace estar ahí, ahí, ahí porque no puede zafarse.

En el mejor de los casos, eventualmente se cansa, se da cuenta de que el rollo no va para ningún lado y que es mejor estar sola que con un equis que no le representa más que vacío.  Se empieza a amar y como por arte de magia, lo deja.

En el peor de los casos, vivirá con él persecula seculorum sin que nada pase, vivirá sola e infeliz hasta que la muerte los separe.


·         La otra inteligente

Esta es única que de alguna manera sabe para qué está metida en esa situación.  Es la típica vieja buena que sabe lo que tiene y sabe hasta dónde puede llegar.  Generalmente se levanta al tipo con plata, horroroso, pero no le importa porque ella no lo quiere por bonito, el tipo que la tiene como trofeo y ella lo sabe.

Ella tiene lo mejor de él. Es casado y siempre va a todo con la esposa, lo que a ella le deja tiempo para estar con tipos de su edad, rumbear, salir, sin que nadie la controle.  El tipo a la esposa le jode la vida, mientras que con ella siempre se porta como un príncipe, ella no le tiene que lavar, ni que planchar porque todo con ella es alegría. Él es el plan todo incluido: los mejores hoteles, la mejor ropa, los mejores restaurantes los mejores momentos, diversión garantizada y él lo único que pide es un poco de sexo a cambio.  Como es de esperarse, ella es una experta en la cama. Lo complace, lo atiende y lo hace sentir mejor de lo que es.

Luego de un tiempo, generalmente, el tipo empezará a agobiarla, a quererla solo para él... hasta querrá casarse. Haciendo gala de su habilidad, se casará y el tipo se dará cuenta de que ella no era lo que esperaba.  No cocina, no barre, no plancha, no le aguanta nada, no lo ama y adicionalmente, lo cela con medio mundo porque sabe lo que él es. El tipo añorará la vida que tenía con la mujer que perdió, la que pese a todo estaba con él, pero será demasiado tarde… Una moza inteligente le vació las cuentas, se hizo poner el carro, la casa y todas las propiedades a su nombre. La vieja se tapó en plata y dejó al tipo vacío, solo y sin un peso (como se merece).

·        La otra bruta

Esta es mi favorita de todos porque de todas es la más sufrida.  Ella sabe que el tipo tiene esposa/novia, sabe que de ahí no va a sacar nada, sin embargo está absoluta y estúpidamente ¡enamorada!... Así como lo leen, ella ama al tipo que la tiene solo para tener sexo con ella.  Ella le escribe cartas, lo sueña, lo espera y piensa en una vida con él, cual quinceañera.

Cometió el error capital de las mozas y es enamorarse por lo que sufre, llora, persigue, abandona cualquier asomo de autoestima para estar con el personaje que le ha robado sus sentimientos.  

Es tan, pero tan bruta, que empieza a volverse una intensa, a llamarlo a pedirle explicaciones sobre dónde está y por qué, a acecharlo, a controlarlo a celarlo sin darse cuenta de que no se puede perder lo que nunca se ha tenido y él jamás será de ella.



Engañar es un juego de estrategia. Hay que ser muy hábil para estar en esa situación y ser lo suficientemente inteligente para manejar las intrigas, los tiempos y, sobre todo, los sentimientos.  Algunas excelentes jugadoras se la pasan de (mal)partido en (mal)partido.

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